1) Mantener control total de tus dominios
Dominios repartidos en 3 registradores, autorrenovación dudosa y sin acceso a tus codigos.
Panel único, renovaciones claras, acceso a tus codigos y dominios listos para usar.
Cambiar de móvil, de hosting o de proveedor no duele por lo técnico: duele por la desconfianza, la falta de claridad y el miedo a “liarla”. Resultado: te quedas donde estás… aunque sabes que necesitas el cambio.
Verdad molesta: “Cambiar de hosting” compite con “ordenar el trastero” en la lista de cosas que se posponen hasta el infinito. La diferencia es que tu web sí afecta a tus ventas.
Dominios repartidos en 3 registradores, autorrenovación dudosa y sin acceso a tus codigos.
Panel único, renovaciones claras, acceso a tus codigos y dominios listos para usar.
Tu web de siesta, picos que tumban la web y soporte que “ya te dirá”.
Carga en milisegundos, escalado real y monitorización. Migración incluida.
Usuarios “admin”, plugins sin actualizar y copias… ¿dónde?
Seguridad controlada, 2FA, firewall, backups verificados y restauración probada.
Todo mezclado en compartido con “vecinos ruidosos”.
Servidor ajustado a tus necesidades, aislamiento por proyecto, recursos apropiados y total acceso a lo tuyo.
5 webs = 5 logins, 5 actualizaciones, 5 dolores.
Un login para gobernarlos a todos: actualizaciones centralizadas y plantillas reutilizables.
Recomiendas hostings que no controlas y te comes los marrones.
Marca blanca, aislamiento por cliente, límites claros y facturación sencilla.
Aprender a golpes de tutorial y redes que chupan tiempo sin retorno.
Rutas de aprendizaje claras, plantillas y automatizaciones con sentido.
Plugins a tutiplen, conflictos y una web que va en chanclas.
Plugins propios, mínimos recursos, medición real (no solo “puntuaciones”) y rendimiento que se nota.
Los cambios dan vértigo… hasta que ves el después. Ahí entiendes que lo caro no era cambiar, era seguir como estabas.
¿Quieres que lo haga todo por ti? o si quieres vas aprendiendo sin dejar de vender. Caminar y mascar chicle.
Cambiar siempre da respeto. Pero ojo: no todos los cambios son iguales. Y quedarse quieto por desconfianza, falta de claridad o miedo a fracasar… suele ser el atajo a que todo siga igual (o peor).
Son como probar una camiseta en una tienda: si no te convence, la devuelves.
Otra liga. Piénsalas bien, porque no hay “Ctrl+Z” (combinación de teclas se utiliza para deshacer la última acción).